lunes, 12 de julio de 2010

"Actuar es lo único que me gusta hacer"

Una actriz con sello propio

“Actuar es lo único que me da ganas de hacer”

Violeta Urtizberea hace un repaso por sus comienzos, su vínculo y diferencias con su papá Mex, sus influencias y experiencias en cine y televisión. También habla de su rol como docente y muestra como defiende su espacio de “creatividad y autogestión” dentro del mundo del teatro independiente.

Enfundada en unas grandes gafas negras llega al bar y con su voz tan particular y personal esboza un “discúlpame por la demora, estoy con mi abuelo internado y estos días son bastante caóticos”. Es menudita, flaquita y a simple vista parece tímida pero tiene una actitud que se impone. Con mucha simpatía y desenvoltura Violeta se dispuso a una charla con la naturalidad y frescura que tanto la caracterizan

¿Cómo fue tu elección por el mundo de la actuación? Fue “libre” o influyó el hecho de que tu papá esté en los medios?

No tengo idea (risas). En realidad yo empecé a estudiar teatro en el colegio cuando estaba en primer grado y eso me copó desde el principio. Después seguí en la escuela de Hugo Midón por varios años.

Pero también supongo que influyó que mi mamá en ese momento era actriz, ahora es asistente social, y estaba en pareja con un actor. Entonces siento que me vino mucho más por ese lado que el de mi papá. Él en ese momento era músico. Empezó a actuar propiamente dicho hace poco. Después creo que mi proceso se fue dando inevitablemente. Hoy siento que no podría hacer otra cosa. Es lo único que me da ganas de hacer (risas nuevamente). Ni siquiera lo siento como una vocación. Es mi manera de expresarme y lo que más me da felicidad. Es mi punto de vista y mi mirada tiene que ver con eso.

Si bien mi papá tiene un hermano actor y en mi casa se respiraba todo lo que tiene que ver con el arte, tengo en claro es que mis viejos me influenciaron para que yo fuera actriz. Incluso mi mamá sufrió bastante la incertidumbre que te puede dar no tener trabajo fijo o que sea algo discontinuo. No es que ella me llevaba a castings, no había nada de eso. Era solo mi entusiasmo. Mi papá me incentivaba un poco más pero desde el lado de “hacé lo que te gusta”, y a mi mamá le costaba más, ella prefería que fuera a la facultad. Que de hecho lo hice, comencé la carrera de psicología y después dejé.

¿Te perjudicaba o te avergonzaba que tu papá fuera conocido cuando eras chica? (N. de R. Mex Urtizberea)

En realidad él se hizo famoso cuando yo ya era grande, ya que ninguno de los programas que realizó cuando era chica fueron súper populares. De vez en cuando lo reconocían pero no era una cosa masiva. Eso era peor todavía. Él no era tan famoso y si hacía payasadas en una fiesta a mi me daba mucha vergüenza. Encima cuando uno es chico prefiere pasar lo más desapercibido posible. Mi mamá es más tranquila pero siempre fue independiente. Nunca fue amiga de las madres de la cooperadora de mi colegio, ni nada de esas cosas que yo deseaba de chica. Ahora lo agradezco porque pienso que son especiales.

¿Te molestó o te molesta que te pregunten siempre por tu papá?

No, la pregunta no me molesta para nada porque es mi papá y es una persona a la que admiro. Pero sí decidí no volver a trabajar con él. Trato de que cada uno haga su camino. Yo creo que elegí un camino diferente al suyo artísticamente. Si bien lo que él hace me parece buenísimo, yo no soy humorista. Él es un personaje en sí mismo, no compone tantos personajes y a mí eso no me interesa.

Me han llamado muchas veces para conducir y tengo que explicarles que no soy divertida. No me gusta explotar mi persona, yo prefiero interpretar un personaje. Yo compongo y nada más. Lo mismo me pasa cuando me llaman para hacer participaciones de humor en programas de radio. Me parece una presión horrible “tener que” ser graciosa. Si bien yo estoy vinculada a personajes que tienen que ver con el humor, para mí en la actuación está bueno tener la combinación de las dos partes. Me cuesta diferenciar una cosa de la otra. Los actores que yo admiro tienen sentido del humor en el drama también, porque si no es una actuación un poco solemne para mi gusto. Tampoco me gusta el humorista que no tiene dramatismo.

¿Hiciste tele, teatro y cine, hay alguno de esos tres ámbitos que prefieras más?

No, los tres lugares me gustan. El cine es lo que menos hice y solo pequeñas participaciones y me gustaría seguir experimentando, pero no porque lo considere superior a la tele por ejemplo. Si bien una película como producto terminado es artísticamente más interesante que un programa de televisión, creo que para el actor no es tan así. Me parece falsa la idea de que si es una película todo está bien. Hay muchos actores que no hacen tele pero sí cine, y cagadas.

¿Cómo fue la experiencia del año pasado de protagonizar una tira diaria?

A mí la tele me sirvió mucho. Fue un experimento actoral. Era hacer 12 horas del día un personaje que hizo que terminara conmovida y triste por las cosas que le pasaban. Eso es algo que no me había sucedido nunca y encima siempre me burlé de los actores que decían que les pasaba. Estaba más tiempo interpretando al personaje que mi vida cotidiana. No es algo para hacer siempre porque yo prevalezco mi vida de Violeta que la de la actriz y prefiero no vivir enajenada. Pero fue una experiencia positiva porque es algo que no lo hubiese experimentado de otra manera y lo agradezco.

¿Y con el teatro?

Para mí el teatro es lo mejor y creo que para los acores en general también. Es una cosa metafísica porque realmente se siente en el cuerpo y el alma. Es el espacio que yo intento dejar para lo que a mí me gusta. Trato de no hacer cosas que no me interesen tanto, salvo que esté en una situación económica que lo requiera. Es una experiencia alucinante y creo que para el espectador también está buenísimo. Muchas veces intento que la gente vaya a ver buen teatro porque abunda la porquería, tanto en el circuito oficial como en el independiente. La experiencia de cuando ves algo buenísimo es también terrible cuando ves algo muy malo. Te afecta a niveles altos y es un riesgo. Por eso entiendo cuando hay gente que dice “prefiero ir al cine”, y es porque no estás tan ahí.

Pero también hay cosas increíbles y buenísimas que estaría bueno que la gente lo viera. Muchas veces el teatro y lo intelectual está vinculado al aburrimiento. Hay quienes van al teatro y dicen “debe estar buena pero me re aburrí”. No, si te aburriste y la pasaste mal no está bueno, al menos para vos.

¿Cómo fue la experiencia de hacer cine con Adrian Caetano? ( Hizo una participación en la película Francia estrenada hace pocas semanas)

Estuvo muy buena la experiencia. Fue muy loco porque (Adrian) Caetano me contactó por facebook, yo ni sabía si era él o no. Me citó en un bar, era todo una bizarreada. Al principio fue todo muy raro. Francia es una película que se hizo un de manera muy independiente. Éramos muy pocos en el set de filmación. Fue una unión de gente en pos de hacer algo sin tanto interés económico. En un principio era hacerlo sin esperar la producción. Para mí eso está bueno pero es verdad que hay pocas personas que lo pueden llevar a cabo porque Caetano tiene un nombre y uno piensa que eso después va a resultar bien, que fue lo que terminó sucediendo. Pero también te podes meter en una movida rara. Pero la verdad es que él es muy interesante. Laburamos en un clima muy ameno ya que es muy divertido y súper desestructurado. Cero intelectual, todo lo contrario. Y eso también es lo bueno porque sale la energía desde un lugar más genuino.

¿Cómo ves a los medios hoy en día respecto a la guerra del rating?

Eso es horrible, yo trato de ni preguntar ni hacerme cargo.

¿Y podes?

Si, yo ni pregunto. Pero siempre hay alguien que te la caga y te termina diciendo cuanto mediste sin que uno pregunte. Se rompe el misticismo (risas).

En un principio quiero saber cómo fue, pero después ya está. No tiene ningún sentido. No voy a modificar mi actuación en pos de lo que piensen los demás. Eso termina siendo forzado y es un espanto. Yo no me hago cargo. Por suerte nunca sentí tampoco la presión de nadie que me dijera “seguí así que estamos marcando bien”.

¿Cómo ves la tele de hoy en día?

Hay programas que están buenos como el unitario Para vestir Santos. Hay muchos actores interesantes. Se nota la influencia de (Javier) Daulte. Creo que es difícil que las tiras diarias mantengan la calidad. Creo que las cosas que hace Sebastián Ortega también están muy bien. Y después está toda la porquería que está bien que esté, tampoco vas a ir en contra de eso. Eso pasa en todas las artes y siempre hay cosas más comerciales y populares. Pero hay programas como el de (Marcelo) Tinelli que es un circo que trasciende, es de una modernidad extrema. Tal vez un poco grasa y berreta, pero es interesante lo que él hace en su programa, es un zapping constante y él está al palo. Yo me encuentro muchas veces totalmente “drogada” por él, no por ningún estupefaciente, y veo cómo encontró la manera de manejar el zapping en su propio programa. Es un show del cual yo no me siento parte artísticamente en lo más mínimo. Es lo mismo que cuándo me preguntan qué opino del programa de Rial. Lo miro como cualquier espectadora porque no siento que pueda formar parte de eso. Me río pero por momentos me parece bastante siniestro. Creo que uno se engancha en eso o no. Es el deseo de que la gente te conozca por demás y eso a mí no me interesa.

¿Qué proyectos tenés para lo que queda del año?

Estoy ensayando una obra que escribimos con dos amigos desde hace un tiempo que recién ahora se está cerrando un poco más. Creo que se va a estrenar el año que viene. Casi siempre trabajo en obras de teatro de ese estilo que llevan años de ensayo. A mí me gusta tener ese espacio. Es el único espacio creativo y de autogestión que puedo tener y además con gente que yo admiro. Los actores que están conmigo me encantan. Aparte es como un espacio de delirio y de amistad.

Y sigo estudiando teatro con Ricardo Bartis. Hay cosas de tele que andan dando vueltas pero nada que sea concreto. Este año yo intenté tomármelo más tranquilo y evaluar. Porque cuando terminé la tira dije “nunca más hago televisión “, (risas).

Violeta Maestra

Hace cuatro años que da clases de teatro a chicos con una amiga y cuenta que ya están “muy aceitadas”, pero al principio confiesa que les costó formar el grupo porque eran muy pocos alumnos. Buscaron maneras de promocionarlo y, según su relato, fue bastante caótico pero reconoce que eso le pasa a cualquier curso que recién empieza. Otra complicación fue generar la organización entre ellas.” Nos volvíamos locas porque había que generar autoridad y a la vez un espacio creativo. Y eso es difícil porque una tiene que estar bajándole línea los chicos pero a la vez tratando de que puedan desenvolverse. Era todo un tema tener que retarlos permanentemente. Pero después se fue acomodando y ahora está buenísimo”.

“Nos pasó también que nos angustiaba darnos cuenta de que los chicos cada vez juegan menos con esto de que están tan enganchados con la computadora, entonces no tenían la estructura de juego demasiado desarrollada. Les costaba realizar la acción que nosotras les planteábamos. Esas son cosas que cuando yo era chica no pasaba. Hoy en día los pibes tienen otro chip” cuenta Violeta. Ahora aclara que todo parece estar bastante organizado e incluso este año abrieron un curso para iniciación de adultos que también al principio tuvo sus dificultades. Experimentaron las mismas angustias como con todos los comienzos pero se muestra satisfecha y contenta porque “al trabajar con adultos uno puede laburar otra información y pedirles otras cosas diferentes a lo que les podes pedir a los chicos, pero es interesante poder hacer las dos cosas”, cuenta entusiasmada.

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